Guy Ritchie vuelve a dar en el blanco después de los años, haciendo casi que nos olvidemos del crack que fue su sensacional Snatch. Con Rocknrolla repite la fórmula de su gran éxito -lo que es quizás el mayor defecto de la película- y dirige y escribe una excelente cinta, divertida y con un excelente guión encajado a la perfección como un puzzle. Es Rocknrolla una película de gángsters pero de gángsters con poco cerebro, con innumerables enredos en su trama y visualmente impactante. Se deja ver con facilidad y entretiene a lo largo de todo su metraje. No hay altibajos en la historia y tiene secuencias inolvidables: la confesión gay de uno de los protagonistas es especialmente hilarante. Un consejo: no os vayáis del cine antes de que terminen los créditos.
Sobre todo me gustó la interpretación de Tom Wilkinson, un veterano del cine con casi 100 títulos a sus espaldas y que en esta ocasión borda el papel de viejo mafioso anticuado.
Rocknrolla es una digna sucesora de Snatch. Merece la pena.
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